En los primeros siglos de nuestra era, los asentamientos humanos se establecen próximos al Tiétar por ser zona de explotaciones mineras.
Así, ya al avanzar la Reconquista, a la actual Arenas de San Pedro se la conoce con el nombre de Las Ferrerías de Ávila, por pertenecer en esos siglos todo el valle del Tiétar a la Comunidad de Villa y Tierra de Ávila.
Por la riqueza de pastos y su situación geográfica se convierte en zona atractiva para los intereses de los poderosos, por lo que en el siglo XIV, en 1393, el Condestable Rui López Dávalos consigue la autorización para proceder a la segregación de las aldeas más importantes del valle del Tiétar del alfoz de Ávila cuyos límites ya se parecían bastante a los de la actual provincia abulense; dos años después logra que el rey Enrique III las ponga bajo su poder señorial.
Arenas, por la importancia de su situación geográfica y como concejo que incluía muchas aldeas, cobija en esos siglos medievales a una importante comunidad judía, de ahí que hubiese en ella una alhama y que hoy se conserve una calle con el nombre de la Sinagoga.