por Angel Zapata de Castilla
Nos acercamos como cada año a celebrar el Día de la Comunidad de Madrid y como cada año no exento de la tradicional artificialidad de esta fecha. No en vano, el 2 de Mayo de 1808 los madrileños no se alzaron contra las tropas francesas para luchar por su autonomía ni por su estatuto. Fue la chispa de un alzamiento nacional contra la opresión francesa. Que esta fecha haya sido elegida por las autoridades madrileñas como día de la región, solo pone de manifiesto un intento de ocultamiento deliberado de la existencia de la región castellana. Algo muy similar ocurre en Castilla y León con Villalar, que se apropia de la figura de los Comuneros y de la Guerra de las Comunidades, cuando aquella guerra implicaba a toda Castilla y no solo a un ente autonómico tan artificial y ridículo como es el madrileño, cantabro o el riojano.

Para los castellanistas la frase “Madrid es Castilla” es ya algo tradicional. Pero para los madrileños es poco menos que un lema extraño y estrambótico. Y esto es debido a una implacable labor de involución cultural e identitaria por parte de la propia Comunidad de Madrid, que durante estos casi 30 años de autonomia, ha hecho lo posible por lavar el cerebro a la población de Madrid para hacerle olvidar quien es y de donde procede. Los esclavistas negreros en Estados Unidos hacian algo similar con las personas de raza negra que traían presas desde África. El primer requisito para un esclavo dócil es hacerle olvidar su lengua, su religión y su nombre. En resumen, borrar su identidad. ¿Demagogia por mi parte?. Ninguna. A la realidad de Madrid me remito hoy. La frase más repetida durante 8 años de presidencia de la Comunidad por parte de Alberto Ruíz Gallardón ha sido “la identidad de Madrid es que no tiene”. Frase recuperada en más de una ocasión por Esperanza Aguirre. De lo que podría deducirse que Madrid no tiene lengua propia, costumbres propias, historia propia y tradiciones propias. El problema es que la Historia está ya escrita y nos dice una y otra vez que Madrid jamás ha sido nada distinto a Castilla desde hace siglos. No voy a entrar ahora en disquisiciones históricas. Me voy a remitir al propio Estatuto que define a Madrid como región castellana. Me remito a su bandera, que es roja por Castilla y me remito a su escudo, rojo por Castilla y que lleva dos castillos por ser el enlace entre las dos Castillas. Pero voy más lejos. Incluso en Madrid Capital, tan cosmopolita como la catalanísma Barcelona, la Lengua y tradiciones de sus habitantes son las castellanas. La misma Lengua Castellana que se habla en Toledo o en Burgos se habla en Madrid. Aquí no hay ceceo ni seseo. Londres es también muy cosmopolita y capital del Reino unido, pero a nadie se le ocurrió por ello convertirla en un ente autónomo que creciera de espaldas a Inglaterra. Pero en una España que ha intentado ser un copia y pega de la centralista Francia, las cosas se han hecho de manera lamentable.
Tras estos casi 30 años de ocultamiento y de hacer todo de espaldas al pueblo de Madrid (todo el proceso autonómico de las comunidades castellanas se hizo así, desde las sombras y casi en secreto, típico de traidores), España se encuentra en un callejón sin salida, que los castellanistas llevábamos anunciando desde los años ’80, y es la inviabilidad de las 17 autonomías, empezando por las 5 castellanas. Y ahora los mismos partidos que traicionaron esta tierra (PSOE, PCE, AP, UCD) no saben como salir del atolladero. Nosotros volvemos a insistir en la urgente necesidad de unir a todas las comunidades castellanas. Que Madrid tenga su propio parlamento resulta tan ridículo como el que tiene La Rioja, Cantabria, Castilla y “León” o Castilla La Mancha. Pero aparte de ridículo, es que no podemos pagarlo.
Castilla se hunde ante la indolencia de su pueblo (ignorante de sí mismo) y la desidia de sus políticos. Madrid también. Los resultados económicos ocultan una grave realidad y es que la autonomía madrileña crece por encima de la media española gracias a los impuestos de más de 6 millones de personas que viven en esta artificial región. Madrid apenas tiene industrias o agricultura y de no ser por sus numerosos contribuyentes y por albergar en ella la capitalidad de España, estaría tan despoblada y empobrecida como Soria. Los números son claros, de 65.000 millones que da al Estado la CAM, solo 15.000 se quedan aquí. Madrid se convierte por ello en un jugoso pastel no solo para el propio Estado, sino para la periferia española, que es a donde va la mayor parte de esa inversión y que bien podria quedarse en las regiones castellanas que lo necesitan más que nadie. Esto es lo que consiguieron en 1983 nuestra gloriosa clase política. Romper Castilla, quitarle Madrid y por tanto robarle la única provincia con un cierto grado de desarrollo. Castilla sin Madrid no tiene futuro alguno. Pero tampoco voy a echar toda la culpa a los partidos nacionales. Los partidos y formaciones castellanistas también han hecho una labor lamentable en este sentido. Unos apoyando un provincianismo caciquil típico de nuestra tierra, que niega por ejemplo que Madrid pueda ser Castilla por albergar la capital de España y otros solo centrados en su obsesión por fagocitar como fuera a otra región desaparecida del mapa español. Me estoy refiriendo a la Región Leonesa. Lo que viene a demostrar cual es una de las causas por las que el Castellanismo hoy es una corriente o corrientes residuales en la propia Castilla; sus graves errores de análisis de la realidad castellana. Porque una vez más, insisto, el futuro de Castilla pasa por Madrid y no por León, Zamora y Salamanca. Que además tienen el justo derecho a volver a ser lo que siempre fueron, el Reino de León o la Región Leonesa.
¿Y que necesita Madrid de Castilla?. Madrid necesita descongestionarse. No puede haber desiertos demográficos y económicos en la Meseta y más de 6 millones de personas hacinadas en una sola provincia. Si Castilla y “León” van camino de ser un desierto humano y una región de ancianos, Madrid va camino del colapso demográfico. Madrid no puede seguir siendo un oasis en medio de un páramo yermo. Y desde luego Madrid necesita beber de sus hermanas castellanas para recuperar su IDENTIDAD. Porque vuelvo a repetir, 30 años de autonomía solo han servido para convertir a la CAM en el centro de la España cañí. La España que solo entiende de Toros y Flamenco. La España de Manuel Fraga y su Spain is Different. La España centralista, jacobina, paleta y negadora de la riqueza cultural de nuestro país. De no ser por los museos de la Capital, la CAM figuraría hoy a la cola de la oferta cultural de todas las regiones españolas. Parece que nuestras autoridades autómicas están más interesadas en convertir en andaluces a los madrileños, que en servirles con eficacia en sus derechos como ciudadanos.
Parafraseando a Cambó, me gusta decir que mi manera de ser español es sentirme profundamente castellano. España es un precioso puzzle de culturas e identidades. Todas ellas merecen el mismo respeto y consideración. Negar una de las piezas clave de este puzzle como es Castilla, es atentar contra los propios cimientos de la nación española, a la que hoy nuestra clase política ha convertido en un mero mercado en el que Castilla paga la cuentas y a cambio solo recoge los odios de la periferia. Esta España insostenible se está viniendo a abajo. Ha entrado en un proceso irreversible de disolución, si nadie lo evita. La presencia de Castilla se hace cada vez más urgente y Madrid ha de ser su punta de lanza. Basta ya de negar la evidencia del desastre de este estado autómico construido sobre los escombros de Castilla. Basta ya de historicismos estúpidos que no conducen a ninguna parte. Basta ya de centrar el debate en León. Basta ya de manipular a los castellanos y particularmente a los madrileños. Basta ya de negar a Castilla y la castellanidad de Madrid. 30 años de mentiras son suficientes.
¡Viva la unida de Castilla y viva Madrid castellano!