Hace poco publicábamos una entrada sobre cierta lucha lingüística existente entre el castellano y las demás lenguas de España, referida concretamente a los topónimos. Hoy vamos a detenernos en un caso concreto: el existente entre el castellano y el vasco. Bizkaia por Vizcaya, Gasteiz por Vitoria, Pasaia por Pasajes, Aiako Harria por Peñas de Aya… Y más allá de topónimos y demás vocabulario que se puede escuchar en una conversación coloquial, también carteles donde las instituciones rotulan aireportua pero no aeropuerto, ongi etorri pero no bienvenidos, museoa pero no museo, gazta pero no queso, etc.

Es éste un caso especialmente hiriente porque, más allá de la legalidad actual, que establece que el castellano es la lengua oficial del Estado [Art. 3.1, CE], el castellano es precisamente la evolución que el latín experimentó entre las actuales provincias de Cantabria, Burgos, La Rioja, Álava y Vizcaya. Esto es, tan tradicional es el castellano en Castilla como en Vascongadas, sin perjuicio de que en esta última Región haya otro idioma: el vasco, o más propiamente dicho, vascuence.
Efectivamente, decimos vascuence -o vasco- y no euskera, porque estamos escribiendo este texto en castellano. Y por la misma razón, decimos Vascongadas y no Euskadi, para hacer referencia a la Comunidad Autónoma (CA) conformada por Vizcaya, Álava y Guipúzcoa. Consideramos este término -Vascongadas- más correcto que el de «País Vasco» (traducción literal de Euskal Herria), el cual se nos antoja un eufemismo similar al que puede ser la denominación de «Estado Español» para España en ciertas circunstancias.
El Pueblo Vasco o Euskal-Herria, como expresión de su nacionalidad, se constituye en Comunidad Autónoma dentro del Estado español bajo la denominación de Euskadi o País Vasco, de acuerdo con la Constitución y el presente Estatuto que es su norma institucional básica.
Euskal Herria, bere naziotasunaren adierazgarri, eta bere burujabetasunera iristeko, espainol Estatuaren barruan Komunitate Autonomo gisa eratzen da. Beronen izena Euskadi zein Euskal Herria izango da; eta Konstituzio eta Estatutu honetan adierazten direnak izango ditu oinarrizko instituzio-arautzat.
Texto tomado del Estatuto de Autonomía Vasco (artículo 1), en castellano y vascuence
No hace falta ser un genio para darse cuenta, a raíz de los ejemplos que hemos expuesto, de que las instituciones vascongadas desechan el castellano como lengua propia de la Región, protegiendo y fomentando únicamente el vascuence. La razón de ello radica en que estas instituciones están regentadas por partidos políticos que responden al nacionalismo vasco, un movimiento que defiende que Vascongadas y Navarra -así como otros territorios menores, también vascohablantes, pero pertenecientes ya a Francia- conforman una realidad cultural que debe tener su propio estado soberano. Ese estado, tendría forma de república y se llamaría Euskadi (como la actual CA), en cuyo caso la traducción más apropiada -y de hecho, literal- sería Vasconia. Siendo así esta tesis, el hecho de que vizcaínos y alaveses hubieran participado en el nacimiento del idioma castellano, sería incompatible con su desvinculación del resto de gentes que participaron en ese nacimiento (que a día de hoy tendrían estatus de cántabros, burgaleses y riojanos), ya que el argumento de la distinción cultural entre los primeros y los segundos no estaría tan claro como para establecer entre ambos grupos diferentes soberanías.
La solución a esto, para el nacionalismo vasco, pasa por que los vascongados olviden esta relación con Castilla. Para conseguirlo se ensalza el vascuence como idioma exótico y elitista, haciendo alusión a su antigüedad y origen incierto, creando así una concepción de este idioma que mira al castellano por encima del hombro. Esto es, de los dos idiomas que habla la población vascongada, el vascuence sería el más valioso. A este vascuence sobrevalorado se le confiere un carácter político: la lengua vasca sería evidencia de la existencia de un pueblo que habitaba estas tierras -actuales Vascongadas y Navarra- desde mucho antes de la llegada de la Antigua Roma, y que por lo tanto se gobernaba a sí mismo; la interacción con los demás pueblos peninsulares, sería algo posterior y ajeno. Se describe así un antiguo estado vasco soberano independiente, por el que la población sienta más predilección que por su actual Estado (el Reino de España) y un ferviente deseo de recuperación. La realidad es, sin embargo, muy distinta. Avisamos de que en los próximos párrafos contaremos mucha Historia.
Ciertamente el vascuence es una lengua antigua y de origen incierto que identifica a un pueblo milenario: los vascones. Los vascones, sin embargo, tenían como territorio estable el de la actual Navarra aproximadamente; al Oeste, en las actuales Vascongadas, habitaban otros pueblos distintos: várdulos, caristios y autrigones. Esta información la tenemos gracias a la arqueología, y sobre todo, a los documentos que los antiguos romanos crearon a su llegada a nuestra península. Por el contrario, no existen fuentes vasconas con las que contrastar esta información.

Fuente: Wikipedia, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=67623165
Tras conocer a los vascones, los antiguos romanos procedieron a entablar con ellos relaciones comerciales y establecer su dominio político -y militar- en el territorio. Las consecuencias más importantes de ello fueron, por una parte, el aprendizaje de la población vascona del latín (a la par que mantenía el vascuence); y por la otra, la construcción de la ciudad de Pamplona sobre un asentamiento vascón -Iruña- con buena situación estratégica (esta gran urbe servía a los intereses de los romanos pero también mejoró la calidad de vida de los vascones). Todo ello contrasta, sin embargo, con la conflictividad de otros pueblos prerromanos que se opusieron desde el principio a la dominación romana, como celtíberos, cántabros y astures, lo que hace dudar de que los vascones constituyeran realmente un antiguo estado soberano por ceder tan fácilmente esa supuesta soberanía.
Pero volvamos a Vascongadas. Los pueblos que habitaban estos territorios también se habían sometido con facilidad al dominio de la Antigua Roma. Sin embargo, cuando ésta comenzó a debilitarse (final de la Edad Antigua), los vascones tomaron iniciativa política y colonizaron las actuales Guipúzcoa, Vizcaya y Álava: várdulos, caristios y autrigones fueron en parte vasconizados o vascongados, de ahí el nombre de Vascongadas para la actual Región. La otra gran parte de estos pueblos se homogeneizó entre sí y huyó hacia el Suroeste (al norte de la actual provincia de Burgos), de modo que a partir de entonces se leen referencias únicamente a los várdulos, y al territorio que ocupaban como Bardulia. Estos hechos se conocen como «teoría de la vasconización tardía», que es la explicación más probable en base a deducciones aunque sin pruebas determinantes, porque seguimos sin tener documentación por parte de los vascones.
Es éste un punto, frecuentemente desapercibido, clave para desmontar la tesis nacionalista que aquí nos ocupa. Y es que el primer texto escrito en vascuence -o casi texto- no aparecería hasta el año 1416, en alfabeto latino, como el párrafo final de una carta; el resto de la carta quedaba en lengua romance. Hacemos hincapié en la idea de texto -construcción lingüística con adecuación, coherencia y cohesión- y no palabras sueltas o anotaciones sin contexto que sí encontramos en siglos anteriores.
Los estados son entidades políticas propias de la Historia, no de la Prehistoria, por lo que hablar de un antiguo estado vasco sin escritura en vascuence, es totalmente desacertado. El pueblo de los antiguos vascones -con su sometimiento a la Antigua Roma y la «conquista» del Oeste- no pasaba pues de una fase tribal, más atrasada que la de los celtíberos -que sí se enfrentaron a Roma y tenían sistema propio de escritura-.

Fuente: Wikipedia https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1155173
Ya entrada la Edad Media, el papel de los vascos (vascones y vascongados) no fue muy distinto del que ejercieron los astures. Rebelados inicialmente contra el régimen visigodo, el cual venía a sustituir al poder romano en la península, posteriormente se aliaron con él tras la invasión árabe (siglo VIII). Y del mismo modo que los astures participaron en la transformación de ese régimen godo a través del Reino de Asturias (que luego evolucionaría al Reino de León), los vascos participaron también en esa misma transformación con el Condado de Castilla (luego Reino de Castilla) así como el Reino de Pamplona (Reino de Navarra). Aunque al contrario que los demás pueblos, el vasco es el único que ha conservado su lengua prerromana, de forma análoga a como en Hispanoamérica aún se conservan numerosas lenguas precolombinas.
Obviamente, el vascuence fue determinante en la evolución del latín que hablaban los propios vascos. La evolución que experimentaron los vascos más occidentales -vizcaínos y alaveses- mezclada con la que a su vez experimentaron los cántabros, los huidos várdulos y demás pueblos de la zona, dio lugar al idioma castellano. La presencia únicamente de cinco vocales, la misma pronunciación de las letras «b» y «v», un enorme vocabulario de etimología vasca… no son influencias introducidas a posteriori, sino que estas características existen en nuestro idioma porque el castellano es en gran parte el «latín mal hablado» de estos vascos occidentales.
Al igual que suele decirse que el vascuence es una lengua española, el castellano es pues una lengua vasca. Defender por tanto el uso del castellano junto al vascuence -no sólo ya en topónimos y rótulos, sino en general- es más que hacer cumplir la Ley: es cuestión de saber quiénes somos en realidad y no dejar que los intereses de unos pocos ni el odio lo borren de nuestras mentes. Mientras ciertos partidos políticos fuerzan al pueblo vasco a elegir a quién quieren más -si a papá o a mamá; si al vascuence o al castellano-, desde nuestra Asociación apostamos por la coexistencia de ambas esencias, como no puede ser de otra forma.