¿Nacionalismo o regionalismo castellano?

Determinar si Castilla es una región o una nación ha sido y es una de las discusiones recurrentes del castellanismo desde sus inicios. 

Dejando explícitamente a la ASCCAS fuera del debate, queremos, no obstante,  dejar espacio para el mismo dentro del area de opinion de nuestra web, porque sí creemos que el contraste de los argumentos nos pueden aportar valor en la consrucción del proyecto castellanista.

Incluimos a continuación, las aportaciones de algunos de nuestros socios, a título personal, con el ánimo de convocar seguidamente en nuestras redes (en concreto en el Facebook de la Asociación) un debate con nuestros seguidores:

 

¿Castilla es una region o es una nacion?

por J.M.S.

Según algunos autores, no se puede definir nación de forma independiente de Estado. Considerar esto nos llevaría entonces a considerar el concepto político de nación y a la premisa de que la aspiración de toda nación no sería otra que la de regir su propio destino a todos los niveles. Esto es, la de ser un Estado.

Si nos detenemos brevemente en este punto, no podemos obviar el hecho histórico: Castilla ha sido más tiempo un Estado, un reino, que una parte de España. De acuerdo, un estado medieval, no un estado como lo entendemos despuñes del siglo XIX. Pero, con este antecedente, ¿podemos sin más afirmar que Castilla no es una nación?, porque si lo fue, ¿dejó después de serlo de pronto?

Añadamos otro punto antes de responder a esa cuestion: el hecho, también histórico (y en este contexto me gusta siempre referenciar el prólogo del Poema de Fernán González) relativia que los Castellanos no podemos disociar nuestro concepto de Castilla de la relación de ésta con España. Es más, en alguna ocasión me he referido a que la diferencia entre regionalistas y nacionalistas castellanos estriba meramente en un debate de términos: los primeros definen a Castilla como una región dentro de la nación que es España, mientras que los segundos definimos a Castilla como una nación dentro de la nación de naciones que es España.

Pero la idea de definir España como nación de naciones estuvo presente durante el debate constitucional del 78, durante la Transición. Algunos grupos políticos, autoerigidos como defensores de la indisoluble unidad de la Patria (principio en sí con el que comulgo, al margen de la interpretación del mismo por los referidos) frenaron el desarrollo de esa propuesta y al final se optó por una expresión de consenso para poder designar a los territorios con aspiraciones a ser reconocidos como naciones. La expresón de consenso fue nacionalidad. Se definió, de esta manera, a España como un Estado plural compuesto por nacionalidades y regiones (… y de esos barros vienen estos lodos: el actual Estado asimétrico … pero esa es otra historia) y no se volvió a hablar de naciones por mucho tiempo.

Con todo, vemos que la definición de Castilla, como nación o no, viene indisolublemente unida al sentimiento y entendimiento de los castellanos de la idea política de España. Curiosa circunstancia.

Asumida esta realidad, me planteo si la solución no es sino esta: Castilla debe ser un Estado dentro de una definición confederal de España. Así tenemos la Nación-Estado Castilla como conformante de una realidad superior también Nación y también Estado, pero en una jerarquía superior reconocida explícitamentente que, sin embargo, no menoscaba las aspiraciones de la primera. Otro día hablaremos de federalismo.

Pero, por otro lado, existe el concepto de nación cultural. Desde la perspectiva del mismo, una nación sería una comunidad humana con rasgos comunes a nivel sociocultural (ideas, signos, pautas, tradiciones, incluso carácter de las gentes), asociada a un territorio, compartiendo una memoria histórica y constituyendo también una comunidad de intereses compartidos con independencia de sus aspiraciones políticas.

Dejo estos elementos de reflexión para cada uno y que cada cual emita su opinión. Pero yo me voy a «mojar»:

Con esta segunda definición, yo lo tengo claro: Castilla es una nación con independencia de si su proyecto político es ser un Estado independiente, un Estado federado o confederado dentro de España o un ente administrativo (por ejemplo, Comunidad Autónoma) dentro del Estado Español. Es por tanto que yo me declaro abiertamente nacionalista castellano sin que esto signifique que pretenda un proyecto independentista para Castilla… 

… si bien tal hipotético proyecto no tiene sentido: ¡justamente porque sería contrario a la propia esencia de Castilla!

 

Castilla, Región de España

Por Carlos Velasco

En política, actualmente el término «nación» va ligado al concepto de soberanía. Castilla, de Santander a Puertollano, fue una nación en el Medievo. La soberanía que en aquel entonces tenía su Rey, sin embargo, ahora reside en el pueblo castellano y la comparte con el leonés, el aragonés, el navarro… en resumen, reside en el pueblo español. Ello hace que España sea actualmente una nación. ¿Qué pasa entonces con Castilla?

Cuando a uno le hablan de un evento internacional no se imagina una reunión entre gallegos, castellanos y catalanes; sino más bien entre españoles, franceses e italianos, por poner un ejemplo. Por la misma razón, defender a día de hoy que Castilla es una nación conlleva casi siempre la obligación de matizarlo: «nación histórica», «nación constituyente», «nación de segundo orden»… cualquier cosa que establezca una distinción jerárquica con la «nación de primer orden» que es España. Oficialmente el término escogido para ello es «nacionalidad», acuñado por nuestra actual Constitución en 1978, y que queda contrapuesto al término «región» que vendría a designar otras partes de España. La distinción entre estos dos tipos de entes, sin embargo, no tiene consecuencias jurídicas: regiones y nacionalidades pueden constituirse en Comunidad Autónoma con iguales competencias. Siendo así las cosas, uno cabría esperar que tras la aprobación de la Constitución se formalizasen las CC.AA. de León, Castilla, Navarra y Aragón, a las que correspondería la designación de nacionalidad -cual título honorífico- por haber sido sedes de soberanía en el pasado; y que el resto de CC.AA. tuviesen denominación de región.

La realidad, en cambio, es bien distinta. El término tal cual de «nacionalidad» lo emplean únicamente Canarias, Cataluña y Euskadi. En el caso de Aragón, Valencia, Baleares, Galicia y Andalucía se re-matiza como «nacionalidad histórica». Navarra se designa a sí misma como «comunidad foral». León se constituye en Comunidad Autónoma con gran parte de Castilla, categorizando dicha unión de «comunidad histórica». El resto de Castilla queda repartida entre Cantabria (también «comunidad histórica»), La Rioja («entidad regional histórica»), Castilla – La Mancha («región») y Madrid. En definitiva, cada Comunidad Autónoma se describe a sí misma como le da la gana. Pero lo más grave de todo esto, es que las políticas seguidas durante estos últimos 44 años por aquellas CC.AA. que se definen como nacionalidad, han hecho que este término haya adquirido connotaciones negativas, quedándose en un eufemismo para designar un deseo de querer equiparar la parte al todo, el sumando a la suma, la Comunidad Autónoma al Estado. Y es que los políticos de estas CC.AA. no buscan un simple título honorífico, sino incrementar su poder y en última instancia una soberanía en potencia: un «derecho a decidir» que podrían ejercer en cualquier momento.

Frente a todo este caos nacionalista, el término «región» carece de ambigüedad: sirve igualmente para designar una parte de España, sin necesidad de matices y sin connotaciones negativas. Lo mejor para Castilla es pues definirse como una región; y el castellanismo, como un regionalismo, cuyo principal objetivo deber ser el de una Castilla unida en una misma Comunidad Autónoma (y que este Estado tanto necesita). El nacionalismo, visto lo visto, para quien necesite aparentar lo que no es.

 

Castilla: ¿nación o región?

Por Vicente Hernández

Otro eterno debate del castellanismo, solo comparable al del color de la bandera o qué provincias constituyen Castilla.

Pues me voy a mojar, como de costumbre, por lo políticamente incorrecto o más bien lo castellanamente incorrecto. Porque si algo caracteriza al pueblo castellano, de Santander a Puertollano, es la defensa a ultranza de España y su supremacía sobre cualquier sentimiento regional. Idea que, por otra parte, desde la Reconquista siempre ha subsumido a la propia Castilla, de tal modo que ambos conceptos han ido siempre unidos cual hermanas siamesas de la Historia.

Utilizar ciertos términos es arriesgado, pues según en qué cultura y para quién tienen distintas significaciones e interpretaciones. Este es el caso de dos palabras malditas en el actual Reino de España y que son “Nación y Nacionalismo”. Malditas por un lado para los que se consideran ciudadanos del mundo y sienten aversión por naciones y banderas, aunque luego reconozcan o apoyen la lucha del pueblo vasco, ucraniano o guatemalteco, que esos sí tienen derecho a sus banderas, identidad y fronteras (según ellos). Malditas por el otro extremo para los que consideran a España como una Nación única y homogénea desde el Paleolítico hasta nuestros días, obviando, dicho sea de paso, que hasta la Edad Media esa “Nación Española” integró a nuestros hermanos portugueses.

Pero insisto: voy a defender la idea de Castilla como nación, arriesgándome a ser malinterpretado y provocar la rasgadura de vestiduras de mis propios amigos «españ-olés».

España, mejor dicho las Españas, tras la conquista musulmana de la Península y la posterior reconquista cristiana fueron, como bien sabemos, un conjunto de reinos, no pocas veces enfrentados entre sí. Todo eso lo sabemos por la Historia, esa historia sujeta siempre a interpretaciones cambiantes y a los intereses de unos y otros. De los que se han aprovechado de Castilla y de los propios castellanos que siempre renunciaron a su propio ser en aras de proyectos más ambiciosos; fuesen la reconquista, la defensa del catolicismo en Europa o el Imperio de ultramar. En todo caso, y dejando para otro momento las consecuencias que esa entrega y sacrificio tuvieron para los propios castellanos, el hecho es que Castilla se convirtió en una de las naciones principales de la Península primero y de todo el orbe después.

Castilla fue nación siglos antes que existiesen los Estados Unidos de Norteamérica, Australia o Canadá. Castilla fue una nación que llegó a devorar también a su padre León y a su abuela Asturias, una nación que llegó del Cantábrico a los Andes.

Bien es cierto que todo eso es historia, me dirán algunos. Muchos de los cuales, repito, reivindican los derechos seculares de vascos, bretones o mapuches.

La Castilla que reivindicamos algunos es más modesta: es la de las regiones históricas de Castilla la Vieja y Castilla la Nueva, la que fue estructurada en trece provincias en 1833 (trece porque extirparon Albacete, felizmente recuperada en 1982, porque lo correcto es hablar de catorce) y enclaves tan significativos como la Comarca de Requena-Utiel.

Esa es nuestra Castilla y para mí es una región o si me apuráis dos, en una España unida sin Portugal.

Peeeero (que diría un amigo)…. ¿Por qué considero que en 2022 el término nación, a pesar de los recelos que suscita entre los propios castellanos, es el más apropiado para reconocer a nuestra tierra?

Reconozco que mi visión de este asunto es muy británica y aquí copipego lo que escribí en mi blog hace más de diez años, pero en lo que sigo opinando igual: si algo envidio a los británicos es que tienen muy claro que son una unión de naciones y quién es quién.

Los ingleses podrán tener subyugados o no a escoceses y galeses, pero unos y otros saben que son escoceses, galeses , ingleses o irlandeses. Y consideran naciones a cada una de sus partes sin perjuicio de haber constituido una unidad frente a la Historia y el Mundo desde el siglo XVII. Soy muy consciente de que no somos británicos -ni lo quiero- pero del “enemigo” hay que imitar lo bueno y rechazar lo malo.

Cuando era estudiante de Historia del Arte, había un concepto estético que me fascinaba: el de “Unidad en la Diversidad”. Unidos, sí. Pero distintos.

Uno de los grandes problemas de España como Nación a mi juicio, si no el que más, es no haber sabido articular esa unidad desde el respeto a las diferencias regionales y a las identidades etnoculturales diversas. Y así nos va. Desde 1812.

Para acabar de rematar todo esto, a los que militamos en movimientos “castellanistas” se nos mete en el mismo saco de los nacionalistas excluyentes. Cuando somos precisamente su antítesis, por muchas razones que ahora no voy a desarrollar. El ser humano español, y más el castellano, tiende a la simplificación y al maniqueísmo. Y así, para muchos todo nacionalista es separatista y enemigo de España. Alguien dijo una vez que era más fácil derrotar a un ejército que a un prejuicio, así que no voy a defender nuevamente la diferencia entre los nacionalismos centrífugos y centrípetos, los que buscan separar versus los que buscamos unir y construir. La diferencia esencial entre Garibaldi y Sabino Arana. Quien quiera saber, que lea y piense por sí mismo.

Y aunque no quiero independentismos cainitas y considero que unidos somos más fuertes , creo que es de justicia considerar nación histórica a Castilla. Pese a malentendidos y recelos, que siempre los va a haber hacia cualquier defensa de la “tierra que menos le importa al Gobierno”(1) sea del color que sea. Porque nos han quitado todo, hasta el nombre. Por Justicia, por Historia y por nuestros antepasados. Para mí Castilla ha sido, es y será nación en esta sufrida nación de naciones a la que llamamos España. 

(1) de la canción “Campo Amarillo” (La M.O.D.A)