Corrales de Navalosa: vestigios de la actividad ganadera abulense

por José Ignacio Martínez

La provincia de Ávila, y más concretamente sus sierras meridionales, guardan interesantes testimonios de nuestros antepasados que por desgracia pasan desapercibidos incluso a los habitantes de la zona o a los que viven en otras provincias de Castilla o regiones pero que tienen allí sus orígenes.

Se trata en este caso de los corrales o “casillos” diseminados por el término municipal de Navalosa, en plena Sierra de Gredos. Al que se los encuentra por casualidad le llama la atención su parecido con las “pallozas” de la Sierra de Ancares, entre León y Galicia, y su existencia en las montañas que Unamuno denominó “El espinazo de Castilla”. Se trata de construcciones rectangulares con paredes hechas de muro de granito, de escasa altura, y con tejados con gran pendiente a cuatro aguas revestidos de cierta clase de piorno, típico matorral de montaña de la Sierra de Gredos. El tejado está hecho con tableros de madera de pino serrano en su parte inferior, y de una gruesa capa de piorno, que le otorga estanquidad en caso de lluvia. Además, lo empinado del tejado hace que las nieves no se acumulen en exceso sobre el edificio, con el riesgo de hundimiento que eso supone, sino que se deslice hacia los lados.

Algunos de estos casillos tienen las paredes de los extremos circulares en lugar de rectas, como si fueran ábsides, lo que les hace todavía más singulares, y las asemeja algo a los chozos circulares más modestos del otro lado de los puertos de El Pico y de Serranillos, es decir, los del fértil Barranco de las Cinco Villas.

Nótese la diferencia con estos chozos rehabilitados tras el devastador incendio de 2009 en el término de Cuevas del Valle:

Algunos de los casillos de Navalosa se siguen utilizando para las actividades ganaderas, tan importantes todavía hoy en la Sierra de Gredos, y que constituyen el modo de vida de bastantes habitantes de los pocos que viven permanentemente en los pueblos de la Sierra.

Otros se han rehabilitado para su visita y sus alrededores se han limpiado de retama para facilitar su acceso, como el de la siguiente foto:

Adentrémonos en su interior, siempre con respeto y dejando todo como nos lo hemos encontrado, pero antes fijémonos en el detalle de las cerraduras, que incluyen dos agujeros laterales, y que sólo se abren si se introduce la llave en uno de ellos para poder extraer la tablilla que hace de cerrojo:

El interior consta de dos dependencias, a las que se accede por puertas distintas desde el exterior, y que no están comunicadas entre sí, pues las separa un muro que no llega hasta el techo. En una de las dependencias hay dos plantas; la superior, seguramente destinada a la pernoctación del pastor y de su familia, y la inferior donde estarían los animales.

En la planta baja se aprecian los comederos de piedra para los animales, los cuales en invierno proporcionarían calor a las personas situadas arriba.

Nótese cómo están construidos los tejados, y cómo la luz entra por dos ventanucos situados en los extremos de la vivienda/corral.

Se pueden apreciar casillos situados en entornos preciosos, rodeados de robles y fresnos, pero también invadidos por la retama:

El gran número de casillos abandonados y en ruinas, como da fe la siguiente imagen, incluso situados al lado de un potro de herrar, dan fe de la importancia que tuvo en un pasado no lejano la actividad ganadera de esta comarca serrana castellana:

Desde aquí queremos hacer una humilde aportación al conocimiento de nuestro riquísimo legado de todas las comarcas castellanas, y un llamamiento para que las instituciones local, provincial y autonómica protejan, rehabiliten y pongan en valor el patrimonio antropológico de Castilla, no sólo impidiendo el deterioro de unas determinadas construcciones, sino divulgando todos los aspectos sociales, culturales e históricos de los que los corrales de Navalosa no son más que un testigo mudo . Si otras regiones de España u otros países hacen lo propio con su legado, ¿Por qué en Castilla vamos a ser menos?