Sobre las danzas de Castilla

Federico Olmeda San José hacia 1904

*Fragmento del Cancionero Popular de Burgos (1903)

Estas danzas [por las tradicionales de Castilla] gozaron de muchísima popularidad y en verdad que ellas sobrellevaban consigo la conservación de algunas costumbres castellanas antiquísimas, aparte de que ellas constituyen las manifestaciones más hermosas y honestas que poseemos del arte coreográfico.

Donde se han conservado con mayor predilección, esplendor y entusiasmo ha sido en el partido de Salas. Todavía por allí se hacen en las festividades con relativa pompa. Estimo que estos bailes no sólo deben conservarse sino ampliarse y perfeccionarse. […] Antes hacían estas danzas hombres formales, después fueron relegadas a los mozos de veinte a treinta años y hoy se tienen como entretenimientos para mozalbetes de quince años. Es decir, esta toca a su desaparición: y las autoridades de los pueblos y poblaciones debían tener empeño en evitarlo.

¡Qué contrastes! Hoy España es una pobre imitadora de los usos y costumbres y modismos extranjeros. Como imitadora va un siglo detrás de las demás naciones y, para su desgracia mayor, no sabe separar lo malo de lo bueno. No sabe tomar esto, pero sigue aquello.

Hoy en el extranjero, reconociendo lo funestamente destructor que ha sido el siglo XIX para la conservación de las tradiciones y costumbres populares y características, que constituyen a su manera la historia viva de la Nación y de cada pueblo, se afanan en indagar a costa de grandes sacrificios y a precio de oro todo lo que tiene olor, color y sabor popular antiguo y regional, para reponerlo, para ensalzar el hilo de su historia, roto por las circunstancias y revoluciones industriales y artísticas. En cambio, aquí en España tenemos todavía vivas muchas de esas tradiciones populares; a poca costa se podrían vivificar otras que las despreciamos. Y si alguno se afana y ocupa de ellas, casi se le señala con el dedo.

Portada del Cancionero Popular de Burgos (1903)

Pero no se mira por la conservación de las costumbres propias y honestísimas[…]; si se desprecian los testimonios vivos, tradicionales y fehacientes, que se conservan en los pueblos de las provincias, como lo vengo demostrando superabundantemente en el terreno de esta modesta obra, si aquí falta todo principio de regionalismo y se prefiere lo extraño a lo propio, ¿quién se atreverá en verdad a enarbolar una bandera que cobijara tan laudables costumbres? Veremos lo que resulta de la reciente inteligencia regional habida ahora con motivo de las fiestas de la proclamación del Rey Alfonso XIII, entre los alcaldes castellanos; pero entre tanto, no dejaremos nosotros de contemplar con amargura cómo, una tras otra, van desapareciendo las cosas propias de nuestro terruño.

¡Pobre España! En cambio dentro de un siglo, cuando ya no habrá quedado rastro ni reliquia de las tradiciones hoy vivientes, entonces la España imitadora del extranjero un siglo atrás, preguntará por los usos y costumbres de sus antepasados, y este país, lleno de leyendas y romanzas y de veneradas tradiciones, y de poesía y de color y vida característica, no tendrá qué responder: ni aún nos hemos cuidado de inventariar las cosas de la Patria; nos han dado náuseas estas cosas y las hemos despreciado. ¡Pobre España! ¡Pobre Castilla!

Texto de Federico Olmeda San José
(Burgo de Osma 1865, Madrid 1909)

Folclorista, músico y presbítero, fue director del Orfeón Burgalés y del Orfeón de Santa Cecilia, así como organista de la catedral de Burgos y maestro de capilla del monasterio de las Descalzas Reales de Madrid.