por Asociación Socio-Cultural Castilla
Puede afirmarse que el verdadero creador del escudo de Castilla fue Alfonso VIII (1158-1214). Aunque comenzó su reinado apenas siendo un niño, su minoría de edad duró hasta 1170, año en que tomó oficialmente las labores del gobierno del Reino. Ese mismo año se celebraron los esponsales entre el joven Alfonso de Castilla y Leonor de Plantagenet, hija de Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra.

Separados los reinos de León y Castilla desde la subida al trono del Rey Niño en 1157, Castilla necesitaba un escudo propio. Hay que tener en cuenta que cuando los reinos estuvieron en la misma Corona años atrás tanto Alfonso VI como Alfonso VII habían usado el león como símbolo del Estado. El centro político del imperio leonés estaba en León, y en menor medida en Zamora y Salamanca. Sin embargo, Castilla era otra cosa y Alfonso VIII lo sabía: los páramos de su Soria natal, las serranías de Atienza, la señorial Burgos, la populosa Toledo. Al tomar las riendas del Gobierno en 1170 el monarca soriano se dio cuenta de que Castilla necesitaba un símbolo.
Así pues, Alfonso de Castilla optó por un blasón parlante y dispuso sobre el campo rojo (color de la enseña castellana desde la época condal) un castillo en oro, que a partir de ese momento pasó a confeccionarse en banderas y pendones distribuidos por todo el Reino: había nacido el emblema de Castilla.
El castillo de Castilla tiene la siguiente descripción heráldica: «En campo de gules un castillo de oro, almenado de tres almenas y donjonado de tres torres, cada una con tres almenas de lo mismo, mazonado de sable y aclarado de azur».
Menéndez Pidal sitúa su creación hacia 1175 y Armando Represa concreta la fecha de 1178, mientras que Antonio Herrera Casado lo hace coincidir con la conquista de Cuenca (1177).
Sea como fuere, la primera aparición que tenemos del emblema de Castilla data de un sello real fechado en torno a 1177: en el anverso figura el castillo, emblema del Reino, junto al lema «Sigillum Regis Aldefonsi» (sello del Rey Alfonso), y en el reverso está el Rey a caballo junto al lema «Rex Toleti et Castelle» (Rey de Toledo y Castilla). El anverso constituye una alusión al monarca invicto, y, por consiguiente, al rex miles protagonista del proceso de expansión y consolidación vivido por el reino castellano.

A nivel heráldico es de destacar la coincidencia entre las tonalidades del escudo de Alfonso y el de su esposa: campos en gules y muebles en oro.
La oposición entre los emblemas leonés y castellano era clara: el león es símbolo de vigilancia, autoridad, dominio, monarquía, soberanía, majestad y bravura. Por el contrario, el castillo simboliza grandeza, elevación, defensa y salvaguarda de las libertades comunales. El campo de plata del escudo leonés es insignia de pureza, integridad y firmeza, mientras que el campo rojo del escudo castellano denota fortaleza, osadía, astucia y victoria. Toda una oposición de valores entre ambos reinos.

El clérigo Lucas de Tuy dejó constancia escrita de que Alfonso VIII de Castilla fue el primer europeo que toma el castillo como su símbolo, y lo hace para distanciarse de su tío Fernando II de León y de sus antecesores:
«Iste Rex Aldefonsus primo castellum armis suis depinxit quamuis antiqui reges patres ipsius leonem depingere consueverant eo quod leo interpretatur rex vel rex omnium bestiarum».
«Este Rey Alfonso (VIII) es el primero que ha representado como sus armas un castillo, aunque los antiguos reyes, sus padres, tuvieran costumbre de representar un león, porque el león es interpretado como el Rey y es rey de todas las bestias».
Lucas de Tuy (1236), Chronicon Mundi, Cap. LXXIV, p. 410.
La decisión se desmarcaba así de su antecesor, Alfonso VII el Emperador (1126-1157), que utilizó siempre el león como símbolo de su imperio. El felino, desde Fernando II (1157-1188) fue el arma heráldica exclusiva del Reino de León.
Como conclusión podemos constatar que el empleo del castillo en heráldica por parte del Reino de Castilla en el siglo XII constituye una innovación iconográfica sin precedentes, siendo sin duda el castellano la más antigua representación de un castillo en la heráldica europea. El castillo también es un mueble novedoso en numismática; circunscrito por la leyenda «Castella», los especialistas datan su inclusión en fechas parecidas a las comentadas en el campo sigilar.
El escudo de Castilla y su expansión por Europa, o cómo casar a cuatro hijas con cuatro reyes
A mediados del siglo XIII, el escudo de Castilla se propagó por toda Europa, un fenómeno que no tuvo precedentes ni paralelos. Este mimetismo heráldico se produjo en las Casas Reales de Francia, Portugal y Aragón.
Alfonso VIII tuvo la astucia y la habilidad necesaria para casar a cuatro de sus hijas con cuatro reyes del continente europeo. Probablemente la posición de fuerza que dió a Castilla durante su mandato le llevaron a poder plantear matrimonios más ventajosos para los intereses del país, ya que durante su reinado Castilla se convirtió en una de las principales potencias económicas y militares de Europa, lo que la hacía mucho más atractiva para los monarcas de Península y del resto del continente. A su hija Berenguela la casó con el Rey Alfonso IX de León; para su hija Urraca consiguió el matrimonio con el Rey Alfonso II de Portugal y para su hija Leonor consiguió el casamiento con el poderoso Rey Jaime I de Aragón. Sin embargo, y fuera de toda duda, el matrimonio más ventajoso fue el que consiguió para su hija Blanca, a la que casaría con el Rey Luis VIII de Francia, árbitro político del continente europeo.

La expansión del blasón castellano en Portugal
Tras el matrimonio de la Infanta Urraca de Castilla con el heredero al trono portugués nació un hijo, al que también llamaron Alfonso en recuerdo a su padre portugués y a su abuelo materno castellano. Sin embargo en la subida al trono el futuro Alfonso III no podía usar las mismas armas que su padre, Alfonso II de Portugal, ya que no era el hijo primogénito de éste. Por ello estudió implementar algo más en el escudo del reino portugués, que acabó siendo una bordura de castillos en oro sobre campo de gules, en homenaje al reino del que provenían madre Urraca y su abuelo Alfonso VIII: Castilla.
El otro hijo de Alfonso II y Urraca, Fernando, fue Infante de Portugal y señor de Serpa. Éste implementó en su blasón un dragón heráldico (Serpe en Portugués), símbolo de su ciudad de Serpa, con una bordura donde, alternadamente, son presentadas las armas de Portugal (ascendencia paterna) y de Castilla (ascendencia materna).

Es por ello que en las armas de Portugal, a día de hoy, está presente la bordura de Castilla, que puede verse ondeando en todos los edificios públicos del país vecino.
La expansión del escudo de Castilla en Francia
Del matrimonio de la Infanta Blanca de Castilla, hija de Alfonso VIII, y el rey francés Luis VIII nacieron tres hijos: Carlos, Alfonso y Roberto, condes de Anjou, Poitiers y Artois respectivamente. Ambos tres implementaron en sus armas personales distintas combinaciones de las armas de Castilla y Francia, como correspondía a sus ascendientes materno y paterno.

Sin embargo, estas armas no se implementaron en el escudo oficial del Reino de Francia, debido a que ninguno de los tres fue heredero al trono francés, que recayó finalmente en Luis IX, canonizado como San Luis.
La expansión del blasón castellano en Aragón
Del matrimonio de la Infanta Leonor de Castilla con el Rey Jaime I de Aragón, apodado El Conquistador, nació un hijo, al que llamaron Alfonso en recuerdo a su abuelo Alfonso VIII de Castilla, y que recibió el título de Infante de Aragón. Alfonso de Aragón implementó una bordura con las armas de Aragón y Castilla por sus linajes paterno y materno respectivamente, aunque predominando, como en todos los casos, los del padre.

Sin embargo, como en el caso francés, estas armas tampoco cuajaron en el escudo del Reino de Aragón debido a que el Infante Alfonso murió sin descendencia, y su padre, el Rey Jaime I, casó en segundas nupcias donde sí obtuvo herederos.