Entrevista a Francisco Ignacio de Cáceres sobre la autonomía cántabra (14-10-2007)

 
«Un ramal del Ave a Bilbao significaría la ‘renuncia definitiva’»

Tras su paso por la ‘primera fila’ de la política regional (fue consejero y diputado a Cortes por el PP en 1996-2000), Francisco Ignacio de Cáceres observa con perspectiva a diario la realidad regional de Cantabria, especialmente en todo aquello que está relacionado con su red de infraestructuras y comunicaciones. Su capacidad de análisis, considerada desde hace décadas fuera de la región sobre manera para asuntos de carácter internacional, a la que se suman sus conocimientos y pasión por la historia, le permiten mirar a su entorno más cercano para esbozar una serie de consideraciones sobre las debilidades y fortalezas de la Cantabria autonómica.

Francisco Ignacio de Cáceres
– ¿Cómo ve a Cantabria desde que se aprobó la autonomía?

– Veo a Santander y a Cantabria desde un doble punto de vista. Vivo aquí desde siempre, tengo un enorme cariño por esta tierra, donde resido, aunque no nací aquí. ‘Me nacieron’ en Segovia, me gustan Madrid y el centro de España, así que tengo la doble visión, desde dentro y desde fuera. La región se está quedado desde que en el siglo XIX, en los años 50-60, experimentase un arranque fantástico. Su realidad es un poco engañosa, ya que tiene un nivel de vida y cultural importante, pero me hubiera gustado que ahora estuviera en otra situación.

– ¿Qué factores cree que han contribuido a esta situación?

– Conozco Bilbao; tiene sus problemas, pero aunque su despegue fue tardío, éste ha sido rapidísimo. Ha subido a costa de Santander, que no ha sabido mantener el rol de salida natural al mar de la España central. En su día, el primer proyecto del Canal de Castilla pasaba por unir Segovia y Santander. El hinterland de Santander es la España central.

– ¿Qué ventajas ha tenido la capital vizcaína?

– Los reyes de España les concedieron privilegios. Mi punto de vista a la hora de analizar los datos es liberal, primero económico y luego político. El liberalismo significa libertad sobre una igualdad de derechos a partir de una ley. Las leyes tienen que ser iguales, pero en el momento en que éstas se basan en los fueros se rompe la igualdad. Y esto es lo que ha sucedido con el País Vasco, que se ha beneficiado de los fueros.

– En este contexto, ¿la autonomía de Cantabria qué ha significado?

– La autonomía es un tema nuevo, que en la II República no se plantean. Lo que ha provocado es que hayan roto los vínculos con la España central. Si ya en su momento el ferrocarril Santander-Alar del Rey llegó tarde puesto que Bilbao se adelantó y se llevó ‘el gato al agua’, cuando llegó la definición de las autonomías de nuevo los vascos influyeron en nuestro futuro. Como nos confesó en una ocasión a Paco Lainz y mí en su farmacia de Burgos, Juan Manuel Reol Tejada, primer presidente del Consejo General de Castilla y León (1978-1980), los vascos le obligaron a Suárez a que Santander tuviese su autonomía, para así romper los lazos con Castilla.

– ¿Se deduce que es usted un castellanista convencido?

– Castellanista, no. Castellano, sí.

– ¿Se deduce de sus palabras que de haber ido con Castilla y León Cantabria ya tendría, por ejemplo, terminada la autovía con la Meseta?

– Cuando llego al Congreso en 1996 me incorporé a la Comisión de Infraestructuras y tuve una relación fluida con el ministro del ramo, Arias Salgado. Iba con frecuencia al Ministerio para interesarme sobre determinados proyectos. En una ocasión, reunido con el propio ministro para hablar de la necesidad para Cantabria de esta autovía, Arias Salgado me agarró del brazo y me dijo: ‘Me encanta Santander, tenéis una tierra preciosa, pero con medio millón de habitantes’. Entonces se estaba concluyendo la autovía del Cantábrico y me dijo que ‘no podemos invertir allí en dos grandes obras públicas a la vez’.

– ¿Precisamente usted vaticinó que la autovía de la Meseta no se concluiría en los plazos previstos y ello le causó importantes críticas, incluso desde su formación?

– Efectivamente, recuerdo que con motivo de una reunión con Asemtrasan, la asociación empresarial del Transporte, se debatió el tema. Se les trataba de convencer que por el momento tenían que conformarse con la Autovía del Cantábrico y así cubrir al PP. Yo sabía que la Autovía de la Meseta no se acabaría en los plazos prometidos. Conocía el tema desde dentro y el plazo del 2005 era imposible. Mis cuentas me llevaban al 2008 o 2009.

– Y cuando esto se hizo público…

– Sentó muy mal. Me llamó Piñeiro y me dijo que Revilla quería dimitir.

– ¿El tiempo le ha dado la razón?

– Todos los años los amigos me lo recuerdan: ‘¿Qué razón tenías!’. Desgraciadamente ha sido así.

– ¿Y la Autovía con Asturias también sin concluirse?

– Eso nos perjudica más a nosotros que a Asturias.

– Con este panorama, ¿con el Ave mejor no soñar por ahora?

– El Ave es al siglo XXI lo que fue el ferrocarril de vapor al XIX. Seremos los últimos porque no tenemos fuerza ni presencia. Los debates internos para los presupuestos generales del Estado son tremendos y en nuestro caso son otros, chicos altos y fuertes, los que te apartan a codazos del pastel.

– ¿Ahora se plantea la solución de un ramal del Ave a Bilbao?

– Esto sería la renuncia definitiva y además no se hace en ‘un voleo’. Sería un ramal sin sentido si no tuviera continuidad con Asturias. Somos una isla, estamos aislados. La auténtica autonomía debería haber servido para resolver ésto.

– ¿Esta situación puede reconducirse?

– La autonomía es un mal negocio. Ha tenido cosas positivas pero como balance no ha sido lo que se esperaba. Cantabria se ha quedado sin ser la salida de la Meseta y de Madrid al Cantábrico. La extensión que tenemos es la que hay y la población crece lentísima. Soy muy escéptico. Vivimos, por ejemplo, con un enorme despilfarro en pisos y edificios para servir a una misma comunidad autónoma.

– ¿Y el futuro?

– Esto apenas tiene remedio. Hay que ir tirando. El futuro pasa por la información, por Internet. Hay que ahondar en nuestros potenciales, ya que, por ejemplo, el turismo tiene sus límites. Tenemos un turismo rural magnífico, pero lo de desestacionalizar es un tópico. Tenemos que traer gente, pero no maltratarles. Saber recibir a la gente a medio y largo plazo rinde. Hay industrias que funcionan, que se pueden y deben potenciar. El puerto está como está; en el siglo XIX era el sexto de España y ahora está en el puesto 16 o 17º; depende de las comunicaciones con el interior. El aeropuerto va bien…

– ¿Y la autovía Dos Mares?

– Duerme el ‘sueño de los justos’. Hubiera sido interesante, consiguiendo un doblete con Burgos.