José del Río Sainz y el castellanismo en Cantabria (1920-1936)

José del Río Sainz

José del Río Sainz (Santander, 1884 – Madrid, 1964) fue un poeta y periodista cántabro.

Conocido popularmente como Pick, el seudónimo que utilizaba en sus escritos, fue navegante, periodista y gran poeta del mar. Fue nombrado Socio de Honor del Ateneo de Santander y en 1925 recibió el premio Fastenrath de la Real Academia Española por su libro Versos del mar y otros poemas, y asimismo la Federación Nacional de Asociaciones de Prensa de España le eligió Periodista de Honor.

José del Río Saínz fue en los años 20 del pasado siglo el mayor exponente de la tesis castellanista, aquella que defendía la vinculación de la provincia de Santander (conocida con el sobrenombre de La Montaña) dentro de Castilla la Vieja, en contraposición a la tesis de Fuentes Pila que consideraba que la vieja provincia debía constituir una región desligada de Castilla con el nombre de Cantabria.

Sainz se oponía a la consideración de Cantabria como región independiente de Castilla, afirmando que por tradición histórica y por intereses económicos Cantabria siempre había sido y debía seguir siendo parte de Castilla. Sainz recogía la línea tradicional que había venido caracterizando los puntos de vista de la burguesía cántabra, cuyos puntos de vista no se orientaron hacia la escisión de los vínculos históricos con el resto de Castilla. La consideración de Santander como el «Puerto de Castilla» había proporcionado a las relaciones con la meseta una tradición histórica que alcanzaba a la misma identidad de Cantabria como provincia. Pero los argumentos históricos los acompañaba Sainz con otros de carácter económico: la defensa de Castilla como «hinterland» o «área de operación» del puerto de Santander.

El debate vino acompañado con un ciclo de conferencias en el Ateneo de Santander sobre el debate regional, donde participaron José del Río Sainz, Fuentes Pila, Escagedo Salmón y Jesús de Cospedal. De las intervenciones se puede extraer la conclusión de que las opciones cantabristas eran incapaces de conducir la situación hacia un pronunciamiento político, y finalmente Sainz consiguió que pesaran más la tradición y los fuertes vínculos con el resto de Castilla.

Postal de Santander. Fuente: Todocolección

Sainz defendió con argumentos históricos la unión con el resto de Castilla, pero sobre todo defendió la presencia de Santander en Castilla como «hinterland» natural de la actividad portuaria de Santander, lo que le convirtió a su vez en portavoz informal de los intereses de la burguesía santanderina, unos intereses que la burguesía mercantil vio mejor defendidos a través de una Mancomunidad Castellana, como quedó de manifiesto en la intervención de Gabriel Huidobro, Director de la Junta de Obras del Puerto de Santander. El castellanismo fue de esta manera una de las formas específicas de sentirse cántabro. Razones culturales, históricas y económicas acentuaron el vínculo con el resto de Castilla.

El 14 de Octubre de 1923 publicó en el periódico La Atalaya su artículo «El problema regional: Necesidad de la provincia en Castilla la Vieja.»

En la edición de La Atalaya de 28 de Octubre de 1923, José del Río firmó un artículo titulado “La personalidad de Santander. Castellanos por interés y por amor”. Aducía el poeta, entre otras razones, que “todas las afinidades de sangre, de usos, de costumbres y hasta de tradición, nos unen a Burgos. Nuestro Consulado de Comercio, una de las instituciones más tradicionales de nuestro pueblo, radicaba en Burgos”.

El Noviembre de 1923, Sainz publicó en La Atalaya el siguiente alegato: «Nosotros somos resueltos enemigos de la constitución de una Cantabria para la que no existe el debido fundamento histórico, y cuya delimitación daría lugar a enojosos pleitos. Nuestras preferencias van a una unión con Castilla, ya que la provincia de Santander es la salida al mar de la tierra castellana, un portillo abierto entre dos regiones tan acusadas como Asturias y Vascongadas. Santander es el único trozo de costa netamente castellano de todo el litoral. Pero esta tendencia nuestra a la Mancomunidad de Castilla no supone ni puede suponer que nuestra personalidad regional pueda ser absorbida. La Mancomunidad Castellana, si se establece, debe ser una federación de comarcas de abolengo castellano en la que cada una conservará sus particularidades propias. Santander, asimismo, con vida regional en sí misma pero dentro de la gran familia castellana. Todo lo que no fuera esto nos tendrá, desde luego, enfrente.»

Boletín Oficial de la Provincia de Santander

Ante el debate regional, tanto la Diputación de Santander como la Cámara de Comercio mantuvieron la opción de la unión al resto de Castilla. El comunicado que emitió la Diputación de Santander decía así:

«La Diputación de Santander estima que, si se llegara a la división del territorio nacional en regiones con competencias políticas, la provincia de Santander, castellana por su origen, por su lengua y por los intereses económicos que siempre la hermanaron con las otras provincias castellanas, desea su agrupación con las provincias castellanas a ella unidas geográficamente, sin olvidar que el puerto de Santander debe ser el nexo para todo el «hinterland» de Castilla.»

De todas formas, aunque José del Río Sainz se declaraba enemigo de que Santander fuera cabeza de una región cántabra autónoma, no por ello dejaba de lado el nombre de Cantabria, que empleaba con igual profusión que La Montaña o Santander. Las series de artículos más conocidas llevan los nombres de «Por Castilla a pie» y «De Santander a Madrid a pie».

Plaza Mayor de Torrelavega en 1930

Las tardes las dedicaba a su labor literaria y periodística. Como decía el cántabro Fernando Mora en el periódico madrileño La Voz de 3 de Octubre de 1925, respecto de sus artículos, “cada día nos regala y hace, unas veces en la redacción, junta a su pipa de grumete, y otras, las más, navegando, mandando la draga que, por ser su cuna, lleva un nombre: “Cantabria”.

Este Himno a la Montaña fue considerado oficial en 1926 mediante una resolución de la entonces Diputación Provincial de Santander, y el 13 de febrero de 1927 fue interpretado, por primera vez por el coro montañés El Sabor de la Tierruca y los Coros Campurrianos de Reinosa. Desde entonces este himno fue interpretado en todos los acontecimientos de gran interés y relevancia en la vida provincial y regional.

En 1927, José del Río Sainz fue uno de los artífices de la creación del periódico La Voz de Cantabria, tras la fusión de La Atalaya y El Pueblo Cántabro. La revista Cantabria (1963) del Hogar Montañés de Madrid también es obra suya.

El debate regional en la II República

A partir de 1931, con el advenimiento de la II República, el debate regional en Cantabria vuelve a plantearse con intensidad. La articulación conjunta de los intereses de la Castilla septentrional fue una cuestión que se manejó repetidamente en los debates en la Cantabria de la II República. Tras la aprobación de la Constitución en Diciembre de 1931 los componentes federales cedieron su puesto a la búsqueda de un acomodo dentro del autonomismo, bajo la senda establecida sobre todo por Cataluña. Los debates volvieron a reproducir una realidad que se venían manejando desde hace décadas: el carácter castellanista de Santander y el debate en torno al lugar que debía tener la provincia en el nuevo mapa político que estaba configurando la República.

Puerto de Santander en 1867

Los protagonistas del debate fueron de nuevo José del Río Sainz, por entonces director de La Voz de Cantabria, portavoz del particularismo castellanista, y Vicente de Pereda, centralista y opositor a todo lo que supusiera una lesión al centralismo y a la unidad recalcitrante del país, ya fuera en una opción castellanista o cantabrista.

El 1 de Julio de 1932, Sainz publica en La Voz de Cantabria el siguiente alegato:

«No faltará quien, al leernos, crea ver una contradicción entre esa profesión de fe castellana y lo que decíamos respecto a Castilla. Sin embargo, ni nos desdecimos ni rectificamos nada. Queremos una Cataluña viva, dinámica, honor de España por su laboriosidad y por su industria, y si para el logro de sus aspiraciones precisa de un régimen determinado, no ha de ser nuestra voz la que se oponga. Pero lo mismo queremos para Castilla, a la cual pertenece toda nuestra sangre. Castellanos somos y castellanos moriremos, dedicando todo nuestro humilde esfuerzo a labrar la nueva grandeza de Castilla. La región española que primero debió alzar la bandera regionalista, exigiendo un régimen mejor que el que hasta ahora castró sus energías, es Castilla precisamente. Lejos de hacerlo, cuando otros pueblos inician la marcha, Castilla se limita a lamentarse y proponer como solución el mismo orden de cosas que hasta ahora ha venido matando su alma.»

Playa santanderina de El Sardinero en 1930

Del Río Sainz defendió una autonomía castellana, dentro de la cual debía articularse una mancomunidad septentrional, formada por las provincias de Santander, Burgos y Palencia, como «hinterland» natural del puerto de Santander.

Castilla la Vieja no se mantuvo ajena a ello y preparó su régimen autonómico incorporando de nuevo a Cantabria a la inquietud autonomista. Sin embargo, el regionalismo castellano no avanzaba por propia voluntad, sino por mimetismo respecto a los pasos de vascos y catalanes.

El periódico El Cantábrico publicaba en Junio de 1936:

«Será, pues, una realidad, la autonomía de Castilla. Y para que el régimen autonómico resulte efectivo en la vida económica es preciso realizar el supremo esfuerzo para que sea construido el séptimo tramo de la línea de ferrocarril Santander-Mediterráneo, porque mientras el de Santander no sea, efectivamente, el puerto de Castilla, la autonomía castellana en su aspecto económico no será una autonomía íntegra, como la que ha logrado Cataluña.»

Villa montañesa de Potes en 1930

La intervención de las distintas fuerzas políticas santanderinas en el debate autonomista fue siempre desde la perspectiva de la integración en Castilla. Ni los federales, ni la Diputación Provincial que intervino en las conversaciones de Junio y Julio de 1936 sobre el Estatuto Castellano expresó ningún interés en la posibilidad de una Cantabria autónoma. Cantabria, Santander o La Montaña fue siempre considerada parte de Castilla. Fue ésta una realidad aplicable tanto a los planteamientos autonomistas que se hacían desde Santander como desde el resto de Castilla la Vieja. Ninguna fuerza social o política expresó siquiera como meta a largo plazo la necesidad de una percepción propiamente cántabra.

El 18 de Julio de 1836 el golpe de Estado del general Franco abría una guerra civil que fulminó las aspiraciones de Cantabria y la posibilidad de una autonomía política para Castilla la Vieja.

SONETO, por José del Río Sainz

Catorce versos de bruñido acero
sobre un paño de mármol que al sol brilla,
panoplia del idioma que Castilla
labró al pulir el tosco Romancero…

Es el soneto. En cada puño fiero,
de cada espada tersa y sin mancilla,
una rosa de plata se atornilla
o un amorcillo ríe prisionero.

Es el soneto. Sus catorce espadas
se entrechocan y forman enlazadas
el dosel de la musa pensativa…

Y así el símbolo puro se completa:
fulgor de hierro en el dosel de arriba,
y abajo la humildad de la violeta.