La reconquista de esta zona se llevo a cabo en los últimos años del siglo XI , llegando hasta estos lugares las huestes castellanas del capitán Alvar Fánez. La tradición dice que fue este guerrero castellano quien conquistó Alcocer a los moros. El hecho es que en un primer momento, a comienzos del siglo XII, pertenecía a la tierra común de Zorita, y luego paso a la Comunidad de Villa y Tierra de Huete, en la que se mantuvo, a efectos de jurisdicción y aprovechamientos comunales de pastos, durante bastantes años.
Alfonso VII, en 1154, donó a los Obispos de Sigüenza el señorío del lugar y de sus términos adyacentes. Al ser reconquistada Cuenca, en 1177, por Alfonso VII, este rey incluye a Alcocer en la diócesis conquense recién creada, volviendo a quedar en el señorío real. Y es en 1252 cuando Alfonso X crea un gran señorío en las tierras de la Alcarria para dárselo a doña Mayor Guillen de Guzmán, madre de su hija Beatriz, Reina de Portugal. Recibió esta señora los lugares de Alcocer, Salmerón, Millana, Valdeolivas y otros varios que conformaban una concreta comarca en el valle del Guadiela, ya siempre unida en la historia bajo la denominación de de la Hoya del Infantado. Alfonso X confirmó a Alcocer en el uso de su antiguo Fuero, común al de Huete.
La Hoya comprende, junto a otros pequeños pueblos, las villas de Alcocer, Salmerón y Valdeolivas. El nombre de «Hoya del Infantado» lo dió ya el Rey Alfonso X de Castilla, en los siguientes términos:
«Así hallamos en nuestras crónicas y en escrituras antiguas mención a algunos infantazgos en León y en Castilla. Todos han perdido ya este nombre, y solo lo retiene la tierra de las dichas villas de la Alcarria, que tomaron este nombre.»
En 1475 fue confirmado este título por los Reyes Católicos, en los preámbulos de la batalla de Toro contra el Rey de Portugal. La carta a Don Diego Hurtado de Mendoza la escriben los Reyes en los siguientes términos:
«Habemos acordado e deliberado de vos fazer e fazemos Duque de vuestras villas de Alcocer, Salmeron e Valdeolivas que se llaman del Infantado, e queremos e nos plasce que de aqui adelante para toda vuestra vida seades llamado e intitulado e vos llamedes e intituledes Duques del Infantado e despues de vos aquel o aquellos que vuestra Casa e mayoradgo hereden para siempre»