Al visionar mapas del Antiguo Régimen (S.XVI – S.XVIII) hay que tener una serie de precauciones para no inducir a error al lector. Dichas precauciones son las siguientes:
-La cartografía no es exacta y presenta errores usuales en la época derivados de las técnicas de medición y representación de distancias.
-La cartografía no coincide en su totalidad con la realidad política existente en la época, que en el caso de Castilla se sintetiza en tres aspectos importantes:
Cantabria (provincia de Santander)
Por entonces no existía como tal y los cartógrafos representaban su territorio en dos partes: por una parte «Las Asturias», al oeste las de Oviedo (Principado de Asturias) y al este las de Santillana (Merindad de Asturias de Santillana, Reino de Castilla), y por otra parte la Cantabria oriental (Trasmiera), que se representaba por error dentro del Señorío de Vizcaya, al que nunca perteneció. Por otra parte se solía incluir en Las Asturias a la Liébana (que, aun dentro de Castilla, pertenecía a la Merindad de Liébana-Pernía, y no a la de Santillana).
En algunas cartas francesas la Cantabria oriental se nombra como «Province des Quatre Villes», en referencia a la Hermandad de las Cuatro Villas de la Costa.
Sin embargo este es otro error porque esa hermandad era una asociación libre de villas y no constituía provincia alguna, mucho menos dentro del Señorío de Vizcaya. Dos de esas cuatro villas, San Vicente de la Barquera y Santander, pertenecían a la Merindad de Asturias de Santillana, lo que hace todavía más ilógica la representación cartográfica de Trasmiera dentro del Señorío de Vizcaya con el nombre «Province des Quatre Villes». Así los cartógrafos finalizaban Castilla la Vieja en las Merindades burgalesas. Esta representación no coincide con la realidad política de la época, ya que Cantabria y su Merindad de Asturias de Santillana estaba dentro de Castilla, perteneciendo Trasmiera, para más inri, a la Merindad de Castilla Vieja, dependiente a su vez de Burgos. Toda Cantabria estaba además inserta en la provincia fiscal de Burgos.
La frontera entre León y Castilla
Era establecida por los cartógrafos en el río Pisuerga, algo que tampoco coincide con la realidad política de la época, ya que la divisoria entre León y Castilla discurría mucho más al oeste como atestigua el testamento de Alfonso VII (1157) y el Libro de las Behetrías de Castilla (1351), lo que se mantuvo durante todo el Antiguo Régimen.
En este sentido la práctica totalidad de las actuales provincias de Valladolid y Palencia pertenecían políticamente a Castilla la Vieja.
La frontera entre Murcia y Castilla se disponía por los cartógrafos en el sur de la provincia de Albacete, lo que es también erróneo ya que la divisoria entre ambos reinos de Toledo (Castilla la Nueva) y Murcia seguía una línea quebrada perteneciendo Alcaraz, Villarrobledo, La Roda y Jorquera a Castilla, mientras que Albacete, Chinchilla, Almansa y Hellín pertenecían a Murcia.
Conviene aclarar estos errores porque cuando se entra en debate sobre la cuestión regional, y en ese debate cotidiano pueden llegar a participar personas de diferentes regiones, siempre hay alguien que saca un mapa y dice «mira, este mapa me da la razón». La respuesta de una persona formada en el tema debe ser clara: «te la daría si estuviese bien trazado y se ajustara a la realidad jurídica e institucional de la época, y no es el caso».
Repetimos que los errores que describimos se dan en la práctica totalidad de la cartografía del Antiguo Régimen (los mejores cartógrafos residían en Amsterdam y París, pero no solían conocer de primera mano el territorio y se copiaban entre ellos). Se cuentan por muy pocos los mapas realmente bien ejecutados, y los que lo están generalmente suelen ser de zonas no mayores a una región. Los que representan toda la península ibérica o varias regiones juntas suelen tener errores casi con total seguridad.
En definitiva, un mapa histórico es un documento muy valioso, hasta cierto punto definitorio en su concepción global de la época (nº de regiones, heráldica) pero erróneo en la escala local; por lo que se debe tomar con la importancia que tiene y las grandes ideas que plasma, pero no como la exactitud milimétrica.