Miraflores 2022. Crónica de una jornada

por Vicente Hernández

El pasado 26 de noviembre la Asociación Socio-Cultural Castilla celebró, un año más, su ya tradicional reunión anual para conmemorar la festividad de San Millán, patrón de Castilla. En esta ocasión el lugar de encuentro fue la serrana población madrileña de Miraflores de la Sierra, lugar histórico del antiguo Real de Manzanares. Miraflores fue territorio realengo hasta 1363, en que Pedro I, en el contexto de la primera guerra civil castellana, hizo merced del Real de Manzanares a los Duques del Infantado, pasando el territorio al dominio de la familia Mendoza, donde se mantuvo hasta la abolición de los señoríos en 1812 y la formación de los ayuntamientos constitucionales.

Comenzamos el encuentro con una breve visita a la Gruta de Nuestra Señora de Begoña, situada en el Cerro de los Santos. La gruta fue construida en el año l952 por Don Julián Reyzábal, devoto de Nuestra Señora de Begoña. La presencia de esta advocación mariana vasca en pleno corazón de la Castilla central se explica porque Don Julián, castellano de estirpe y crianza, pasó buena parte de su vida en Bilbao. Tras el fallecimiento de este insigne vecino en 1978 el santuario fue legado al Arzobispado de Madrid. Esta es una de esas obras que, a pesar de su contemporaneidad y eclecticismo neo-medieval (notable en el torreón), ha calado vivamente en nativos y visitantes. Fiel reflejo de la devoción de un hombre, el lugar transmite la paz y la espiritualidad que solo poseen los lugares impregnados de lo sagrado. Una visita muy recomendable, sobre todo para los fieles cristianos.

Gruta de Nuestra Señora de Begoña, en el cerro de Los Santos

Ni qué decir tiene que el enclave además posee la belleza de una naturaleza poco domesticada por la mano humana, afortunadamente. A sus pies corre, vigoroso y montaraz, el río Guadalix que lleva siglos tallando las laderas del valle de la Morcuera. Laderas en las que alterna el pino silvestre y el rebollo, como principales especies arbóreas. El color salmón de Valsaín y el verde de las copas de los pinos con las amarilleadas hoja de roble. Precisamente, tras la visita a la gruta, un reducido grupo de socios y simpatizantes tuvimos ocasión de pasear por esas laderas vestidas de verde y pardo, disfrutando la belleza del otoño en un día soleado y tranquilo.

Posteriormente nos reunimos con otros socios en el centro del pueblo. Tras un breve piscolabis visitamos la Iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora. Como tantas otras iglesias en Castilla y en el resto de España, se trata de un buen ejemplo de sucesión o mejor superposición de estilos artísticos sobre un mismo solar. Su origen se sitúa en el siglo XIII. Tal como se indica en la web de la parroquia: “Las primeras referencias documentales son del siglo XV. Su titular es Santa María la Mayor. En su pórtico -dicen las fuentes- se reunía el concejo a toque de campana”. Es de destacar a nivel arquitectónico el contraste orgánico e impecable entre el cabecero y el crucero de gótico tardío con las naves del cuerpo central, ya del siglo XVIII, pero con una clarísima inspiración herreriana (columnas y arcos de granito escurialense, alternando con el blanco de paredes y bóvedas de una manera que recuerda al avezado observador a los edificios del Cinquecento florentino). La Iglesia también contiene obras pictóricas y escultóricas, destacando el bello retablo renacentista del altar mayor, aunque desgraciadamente el que vemos hoy en día es copia del original, destruido por el fuego en 1936. Otro triste caso de destrucción de nuestro patrimonio histórico-artístico por esas llamas que prendió la intolerancia entre 1936 y 1939. La vista actual es una copia bastante fidedigna del original.

Tras la visita a la Iglesia nos dirigimos en animada charla hasta el acogedor restaurante en el que tuvo lugar la tradicional comida de hermandad con motivo de la celebración del día de San Millán.

En la comida, momento de compartir anécdotas, conocimientos y ponernos al día de nuestras andanzas en uno y otro confín de las Castillas, tuvo lugar la reunión anual de socios en la que se aprobaron los cargos de la nueva Junta Nacional de la Asociación y se tomaron otra serie de decisiones de interés para los socios. Regada por buen vino de la Ribera, en la comida no faltaron viandas tradicionales de nuestra tierra como la sopa castellana o un delicioso ponche segoviano.

Tras la comida, las despedidas y como dice el refrán, “cada mochuelo a su olivo” pucelano, arriancense, madrileño…

Miraflores de la Sierra (Madrid)