Era un 14 de abril, ya primavera en la mayor parte de Castilla, fuimos a encontrarnos con las últimas nieves invernales en la Serranía de Cuenca. Nuestro punto de partida es un tranquilo pueblo, Las Majadas, que combina la explotación de una cierta industria maderera y ganadera, con el turismo que le atrae la hermosura de su entorno natural. Aunque sea una zona menos explotada que otras sierras de nuestra geografía, de este pueblo parten diversas sendas bien señalizadas, que nos permiten adentrarnos en terrenos donde aún se puede observar fauna en libertad.
El día que nos acompaña incita, sin duda, a salir al monte, soleado y de temperatura agradable. No obstante, las consecuencias del temporal de la semana anterior han dejado una serie de obstáculos que aumentan en algunos tramos la dificultad prevista para nuestra ruta. La nieve nos rodeará durante todo el camino, en algunos tramos, teniéndola hasta las rodillas, hubo que ir abriendo camino con esmero y lentitud. Las buenas temperaturas hicieron que en otras partes del camino se hubiera derretido, dejando el terreno más embarrado de lo deseable. Además, en el temporal de los días pasados hubo fuertes vientos, que ayudados por la plaga de procesionarias que azota la zona, dejaron numerosos árboles caídos en el camino, algunos más fáciles de sortear que otros.
Tras salir del pueblo, nos dirigimos a las Fuentecillas, unas pequeñas cascadas, unidas al camino, cuya belleza se ve incrementada por las abundantes precipitaciones y por los paisajes abiertos de la sierra que tienen enfrente. El cañón y las curiosas formas erosionadas que presenta en lo alto nos acompañaran en el camino inmediato, hasta que nuevamente nos adentramos en el bosque.
Tras sortear por un camino escondido por la vegetación, empezamos a subir por el tramo con mayor desnivel de la ruta. El esfuerzo nos hará apreciar con mayor entusiasmo las vistas desde lo alto del cañón, que antes apreciábamos en su parte media. Estás vistas son si cabe más espectaculares al llegar al mirador del Tío Cogote, con numerosos buitres que vuelan junto a nosotros.
Como el camino ha sido más intenso y trabajado de lo esperado, a partir de aquí avanzamos directamente al pueblo, sin entrar en la zona de Los callejones.