Con este magnífico reportaje, Almudena Rico comienza una colaboración que honra a nuestra Asociación, al aportar su talento a la puesta en valor de las costumbres y tradiciones de la rica cultura castellana.
Introducción
El cielo, la tierra, el ciclo anual, la meteorología, las fiestas y celebraciones comunales, lo festivo y lo religioso sutilmente entremezclado, fueron configurando con las personas un mundo lleno de simbologías, de ritos y de dependencias mutuas difícilmente separables. El paso puntual y exacto de la rueda del año, con la rotación de ciclos y estaciones, el trasiego de pueblos y culturas, ha servido para enriquecer la cosecha de saberes populares, dando lugar a una variopinto abanico de costumbres, cantos y creencias.
Unas raíces culturales cargadas de significados necesarios para conservar y transmitir las tradiciones y el folklore, que según una bonita definición que ha llegado a mis manos, “es un polen que el viento arrastra de acá para allá y que luego florece donde encuentra tierra propicia”.La manifestación externa de la sabiduría popular que ha encontrado siempre en la voz, la música y el baile, los canales para hacerla aflorar de manera clara y directa.
Las marzas, comienzo de una estación
Las celebraciones primaverales, tenían su comienzo con las marzas.
Fue en 1847 cuando el diccionario geográfico de Pascual Madoz recogía por primera vez el término ‘marzas’. Años más tarde, en 1910, el Diccionario de la Lengua ya incluía esta acepción como definitoria de la fiesta específica, aunque algunos autores ya la habían empleado en algunas de sus obras.
De origen pagano, las “marzas” hunden sus raíces en los pueblos ibéricos, que comenzaban el año el 1 de marzo regidos por el calendario lunar. El imperio romano modificó el calendario por el creado por Julio César, pero la resistencia de pueblos del norte mantuvo la tradición de la fiesta de inicio del año.
Esta costumbre se ha mantenido con más arraigo en provincias del norte como Asturias y Cantabria, pero también en la provincia de Burgos y el norte de Palencia y León, siendo muy escasa en el resto de la geografía castellana.
Eran canciones propiciatorias de buenas cosechas y buen tiempo que interpretaban los jóvenes en los pueblos, petitorias de aguinaldos con el fin de recaudar dinero y especies.
Las letras de las marzas son muy variadas, pero todas ellas siguen un antiguo esquema en el que se glosaban los meses del año. Entre las estrofas introductorias, estas serían de las más extendidas:
“A esta casa honrada “Salimos de casa
señora llegamos con mucha prudencia
a cantar las marzas a cantar las marzas
con licencia estamos” si nos dan licencia”
En Segovia están vinculadas a la celebración del final del invierno y el inicio de la primavera, de la llegada de una nueva estación. Agapito Marazuela en su Cancionero Segoviano tan sólo recoge unos cantos de marzas cuya letra lo refleja:
(…)
“Marzo florido
seas bien venido
con tu primavera
y el jardín florido”(…) *
* (Letra completa pulsando aquí)
Desde hace ocho años y de la mano del Grupo de danzas La Esteva y La Ronda Segoviana, se ha recuperado esta bonita tradición, convirtiendo en escenario improvisado las calles del casco histórico de la ciudad y llenándolo de música, baile y colorido.
Rondas de marzas interpretadas por el Grupo de danzas La Esteva
(EL ADELANTADO DE SEGOVIA, marzo 2019)
Las fiestas de Mayo, fiestas de la juventud y la primavera
Decir mayo es decir primavera, juventud, cantos, bailes… Todo ello cargado de una simbología especial. Fe y fiesta, rezo y canto.
El ciclo del año alrededor del que giraba el modo de vida y las celebraciones, tiene en el mes de mayo el mayor número de acontecimientos festivos, todos ellos relacionados con la juventud y la llegada de la primavera.
“Mes de mayo, mes de mayo, unos regalan con rosas,
mes de los grandes calores, otros con rosas y flores.
cuando las cebadas granan, otros con naranjas dulces,
los trigos están en flores, otros con agrios limones,
cuando los enamorados otros con buenas palabras
andan en busca de amores, que roban los corazones”
Con la llegada de este mes era común ver a la juventud de nuestros pueblos afanados en multitud de preparativos que rompían con la fría monotonía de los meses de invierno. Las chicas preparando el altar de la Virgen y ensayando los cánticos propios del mes de las flores. Los chicos reuniéndose y preparándose para elegir el árbol que serviría de Mayo en la plaza del pueblo, afinando voces e instrumentos preparándose para las rondas o pensando cómo pondrían la enramada a la ventana de sus novias.
Un mes cargado de manifestaciones tanto religiosas como profanas, entremezcladas y dando lugar a multitud de ritos y tradiciones.
(Lee la segunda parte del reportaje pulsando aquí).