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¿Cual es el origen y significado de estas fiestas?
Las fiestas primaverales de primeros de mayo han sido a lo largo de la historia una constante que, a fuerza de repetirse cada año, llegaba a tener en la vida de los pueblos agricultores una profunda y arraigada simbología,
Se celebraban en todos los pueblos y culturas desde la más remota antigüedad. Algunos autores las relacionan ya con los agricultores del Neolítico y sus ritos de fecundidad, de llegada de la primavera y explosión de la vegetación y la naturaleza.
En Roma se hacían estas fiestas en honor a Maya, madre de Mercurio, dedicando el primer día del mes un altar a los dioses protectores del hogar, recogiendo ramos verdes de los árboles y enramando las casas de parientes, amigos y prometidas.
Las fechas de este mes eran dedicadas en numerosas ocasiones a diosas protectoras de la naturaleza, del amor y la fertilidad. Así lo mencionan los clásicos al referirse a las “fiestas floralia” que ocupaban los primeros días del mes de mayo.
En lo que coinciden todos los autores consultados es en el carácter pagano de la fiesta, que la iglesia cristianiza, como otras muchas tradiciones, transformando las divinidades naturales en advocaciones referentes a la fe católica.
Los ritos y costumbres que acompañan esta explosión de vitalidad son similares en todas partes, muy centrados simbólicamente en la vegetación y unidos a la relación genérica entre mozos y mozas, al cortejo y al galanteo.
Muchas de estas festividades del ciclo ritual de primavera han llegado hasta nuestros días formando parte del actual patrimonio festivo popular. Costumbre añeja y de origen oscuro era la de plantar un álamo con cintas y luminarias en las plazuelas. Al pie del árbol, tomaba asiento la moza más bella, danzando los mozos en torno suyo, en una puesta en escena muy similar a las actuales con los “Mayos” y “Mayas”, de las que ahora hablaremos.
Mayos y Mayas
Según el antropólogo Honorio Velasco, “existe un contraste entre las fiestas de mayo de unas zonas a otras”. “Los “Mayos”, fiesta de mozos, de árbol, de enramada, de canto a la moza, están llenos de significaciones viriles y de relaciones hombre-mujer. Así, la exaltación de la moza se hace desde el punto de vista masculino. Son hombres los que plantan un árbol simbólico en el centro de la plaza y por la noche rondan a la moza elegida, dejando en su ventana enramadas cargadas de presentes y regalos.
Las “Mayas”, fiesta eminentemente femenina, celebración agrícola, es preparada y llevada a cabo por las mujeres, en la que se ensalza la belleza de la mocita, en un entorno social integrado sólo por mujeres y sin participación masculina”.
El folklorista Manuel García Matos, autor del Cancionero Popular de la provincia de Madrid, en el apartado correspondiente al mes de mayo, diferencia fiestas de “mayos” y “mayas”, especificando la diversidad de significaciones que posee la palabra “mayo” de la siguiente manera:
– “Mayo” es: el mozo – el árbol – la enramada – la canción
– “Maya” es: la moza
El Mayo
El Diccionario de Autoridades (1726-1739) dice: “Mayo se llama también al árbol alto adornado de cintas, frutas y otras cosas, que se pone en un lugar público de alguna ciudad o villa, a donde en todo el mes concurren los mozos y mozas a holgarse y divertirse con bailes y otros festejos…”
En los pueblos de Castilla y León es ésta una costumbre que pervive, aunque dista mucho de los ritualismos y significación que tuvo en sus orígenes, que parecen estar en los antiguos cultos a los árboles y en los primitivos ritos de fecundidad.
Ciñéndonos a las provincias castellanas, la costumbre de los Mayos tiene fundamentalmente tres manifestaciones:
- Representación del Mayo y del espíritu de la vegetación en una persona que se disfraza.
- Representación de los Mayos por medio de muñecos
- Representación por medio del “árbol Mayo”
La primera, ya prácticamente desaparecida, se podía encontrar en las comarcas leonesas más próximas a Galicia, como Villafranca del Bierzo donde se ha recuperado hace unos años. Consiste en que un joven o varios de la localidad se disfrazan cubriéndose de ramaje y recorriendo las calles entonando canciones. Es éste sin duda uno de los ritos más antiguos que se pueden encontrar en nuestras comarcas relacionados con la primavera.
A medio camino entre la personificación y la representación a través del árbol, están las manifestaciones que han perdurado hasta hace no mucho de los muñecos llamados “Mayos o Mayas”. Eran muñecos rellenos de paja que se vestían y alrededor de los cuales se cantaba y bailaba. En las provincias de León y Zamora era muy común y en algunos lugares se mantenían colocados en lo alto de un árbol durante todo el mes de mayo, quemándolos posteriormente en una hoguera.
Pero sin duda la tradición más extendida y arraigada es la de colocar el Mayo o árbol, que quizá por su sencillez es la que más ha perdurado hasta nuestros días y que aún podemos ver en muchos de nuestros pueblos y ciudades.
La noche del 30 de abril los mozos alzan, “pinan” o “pingan” el Mayo ayudándose de maromas, cuerdas, escaleras…y colocándolo en medio de la plaza o a la puerta de la iglesia para celebrarlo esa noche, dejándolo ahí durante todo el mes. Suele ser un árbol alto o bien dos vigas empalmadas y rematadas por ramas verdes, en las que en algunos lugares también se colocaban antaño frutas y dulces que los mozos debían coger trepando por el tronco.
La mentalidad popular establecía la comparativa Mayo-juventud, dándose en algunos casos rivalidad con los pueblos vecinos por la bizarría y valentía de los mozos del pueblo cuanto más alto fuera el árbol. Del mismo modo y al tratarse de los quintos los que lo colocaban cada año, no era extraño hacer de ello un reto entre quintas por ver quién colocó el más alto y mejor Mayo.
No faltaban por tanto las canciones alusivas a la hombría y gallardía de los mozos, entonadas normalmente por las chicas:
“Vítores a mayo
que te empinaron
pero fue con la ayuda
de los casados”
“Tirad de la soga mozos
que la cosa está apurada
si las mozas fueran mozos
otro gallo les cantara”
En Segovia esta tradición aún se conserva en el barrio del Cristo del Mercado, teniendo lugar, como ocurre en algunos de nuestros pueblos, la víspera de la festividad de la Cruz, el día 3 de mayo. Con la llegada del mes de las flores este barrio de labradores segoviano celebraba una de las fiestas más pintorescas y populares de la ciudad, en la que además de los mozos participaba todo el barrio. Se colocaba el Mayo, principal protagonista de la fiesta retando a subir a los mozos para intentar alcanzar los regalos que en él se colgaban. “Por alto que sea el mayo/ a su copa subiré/ si me caigo, que me caiga/ del suelo no pasaré”
El baile por la noche alrededor del Mayo, reunía también a los jóvenes de los otros barrios, y durante días no faltaba la música de dulzaina y tamboril, el vino y el escabeche, los tenderetes, la petición por las casas, y como colofón las carreras de gallos y de cintas.
En algunos lugares el Mayo en vez de un pino era un chopo, como sucedía en Mozoncillo que se colocaba en las eras, en un lugar marcado con una cruz de hierro, hasta donde se iba en procesión ese día bendiciéndole y cogiendo los vecinos una hoja para guardarla dentro de un libro.
En Navalmanzano era de grandes dimensiones y se colocaba en lo alto un aro del que se colgaban naranjas y limones que los mozos tenían que coger trepando por él. Según la zona también se pelaba y se engrasaba con sebo, como sucede en Valsaín, Navafría o La Velilla, dificultando aún más la subida. En este último se colocaba a las doce en punto del día 1 de mayo, y curiosamente y de forma tradicional lo colocaban los jóvenes de las localidades vecinas.
En otros pueblos se ponía el Mayo en la festividad del Corpus a la puerta de la iglesia, adornado con cintas, pañuelos, rosquillas, etc, como en Fuente de Santa Cruz, donde además se ponían otros dos pequeños a la puerta de los mayordomos.
También esto ocurría en Coca, donde un mozo que tuviese novia, compraba o cogía el mejor árbol, y ayudado por los amigos más íntimos, le colocaba a la puerta de la chica.
Actualmente aún se coloca el Mayo en algunos pueblos de la provincia de Segovia y siguen siendo los quintos que cumplen 18 años los protagonistas de la fiesta.
Un buen ejemplo es Zarzuela del Pinar, donde la tradición está muy arraigada, y donde además de los quintos, participa todo el pueblo. En esta localidad se suele atar arriba del Mayo un pino pequeño llamado picota, en la que se colocaban antiguamente naranjas, diciéndose que al quinto que en primer lugar le cayera una naranja era el primero en casarse. Al pie del árbol se colocaba un pote de resina, símbolo de la tierra resinera a la que Zarzuela pertenece.
Se retiraba el Mayo el día del Corpus, tras lo cual los quintos rondaban a las mozas solteras y las colocaban una enramada o ramo de chopo en su ventana o puerta. También colocaban un arco vegetal de rama de chopo y olmo adornado con rosas, a la puerta de la iglesia y del alcalde, costumbre que se mantiene en la actualidad, aunque sin la ronda y enramada a las chicas.
El resto del ritual es idéntico, con el mismo ambiente festivo y la misma espectacularidad, continuando la fiesta alrededor del fuego toda la noche.
Subida del Mayo en Zarzuela del Pinar (Segovia). M. EUGENIA SANTOS
En Fuentepelayo tradicionalmente se ponía el Mayo la noche anterior al día 3 de mayo, festividad de la Cruz. Solía ser un pino negral o chopo negro cuyo extremo superior se adornaba con frutas y objetos. Una vez llevado el Mayo a la plaza y antes de su levantamiento se le colocaba en la parte superior una tabla en la que se escribía “Vivan los quintos de…el año que correspondiera”. Una vez levantado, un mozo se subía hasta el extremo de arriba para cortar la cuerda, en un alarde de valor, culminando con ello el momento cumbre de la fiesta. Antes el árbol se mantenía en la plaza hasta San Miguel de septiembre, pero a partir de los años sesenta se comenzó a quitar al finalizar el mes de mayo. En torno a los años 80 la fiesta se trasladó a la noche anterior al primer día del mes, posiblemente por el significado festivo actual de esa fecha.
En muchos de nuestros pueblos se ha ido perdiendo esta tradición, y en los que aún se conserva, el rico ritual del pasado ha ido poco a poco convirtiéndose en una celebración mucho más simplificada. Han variado muchos aspectos, como la elección y corta del árbol que ha de servir de Mayo, ya que actualmente la corta de cualquier pino está totalmente regulada. Pero también ha cambiado el tamaño de éste, la manera de transportarlo, y sobre todo el número de quintos de cada año que se ha reducido drásticamente.
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