Si de algo podemos estar seguros los castellanos/as es que los últimos 30 años en Educación han lesionado gravemente la formación de nuestros hijos en su etapa más vulnerable (Educación Primaria y Secundaria). La transferencia de las competencias en Educación a las Comunidades Autónomas por la Ley 9/1992 conllevó lo siguiente:
Artículo 19. Transferencia de la competencia de desarrollo legislativo y ejecución.
Se transfiere a las Comunidades Autónomas de […] Cantabria, La Rioja, Castilla-La Mancha, Madrid y Castilla y León la competencia de desarrollo legislativo y ejecución de la enseñanza en toda su extensión, niveles y grados, modalidades y especialidades.
Dicha transferencia supuso que en las comunidades de tronco castellano los libros de texto estuvieran bajo la supervisión de las diferentes consejerías de Educación de los diferentes gobiernos autonómicos. Esa “supervisión” de los contenidos lectivos, dado el bajo nivel de apego de los castellanos/as a las autonomías que nos impusieron, no tardó en convertirse en adoctrinamiento infantil, y los libros de texto de Educación Primaria y Secundaria empezaron a presentar los siguientes déficits, sobre todo en las ciencias sociales y humanidades:
- Segmentar los contenidos lectivos de Geografía y circunscribirlos a las correspondientes autonomías, a través de los cuáles podemos comprobar que los ríos se acaban de repente al cruzar las fronteras autonómicas y más allá de ellas no existe la vida conocida o que no se enseña la unidad de ecosistemas a una y otra vertiente del Sistema Central, como tampoco se profundiza en los rasgos climáticos y geográficos comunes de la mayor parte de la tierra castellana.
- Manipular los contenidos de Historia, titulando bloques curriculares como “La Prehistoria en la Comunidad de Madrid”; “La Reconquista de Castilla-La Mancha”; “La Guerra de la Independencia en Castilla y León”, etc… por lo que ahora podemos comprobar cuán interesado estaba Alfonso VIII (1158-1214) en reconquistar “Castilla-La Mancha” (creada en 1982), o cómo se afanaban las tropas napoleónicas en Los Arapiles (1812) para expulsar a los británicos de “Castilla y León” (creada en 1983).
- La enseñanza de la lengua castellana (que todavía afortunadamente conserva su nombre en los libros de texto) pierde cada vez más su nombre para ser nombrada (no solamente por alumnos sino, y mucho más grave, por los propios maestros) como lengua española, o simplemente “español”. Sabido es que no existe la lengua española ya que España tiene decenas de lenguas y dialectos, siendo los principales el castellano, catalán, gallego y vasco. Todas ellas, por radicar en la Península, son lenguas españolas, pero ninguna lo es en exclusividad ni debe perder su nombre para adquirir tal título, porque entonces se estaría cayendo en la negación de todo un pueblo y en la discriminación a otros. El nombre de nuestro idioma (por haber nacido en Castilla y haber sido desarrollado y expandido por el Pueblo Castellano) es lengua castellana, o idioma castellano; y esa realidad debe también enseñarse en las escuelas para contribuir a la convivencia armónica de todas las lenguas peninsulares.
- Es relativamente fácil constatar que en las escuelas de nuestra tierra no se enseña Castilla; es decir, no se muestra en toda su extensión la realidad geográfica, histórica, social y cultural de su tierra a los niños castellanos, lo que hace muy difícil que asuman esa realidad en su etapa adulta. El hecho castellano se esconde, o en algunos casos se enseña fragmentado como resultado de las divisiones políticas vigentes.
- La creación en 2003 de la “Fundación Villalar – Castilla y León” (popularmente conocida como Fundación Villalar) ha supuesto la manipulación total y certera de la realidad castellana en el norte de nuestra tierra, manifestada en las siguientes cuestiones:
- La creación ex novo de una identidad castellano-leonesa desde la prehistoria que nunca existió; en un afán constante de inmiscuir lo leonés en lo castellano y viceversa de tal forma que quede legitimada la creación de la autonomía castellano-leonesa de 1983.
- La recaudación de dinero procedente del ámbito público y privado con el fin de generar una máquina adoctrinadora presente en el sistema educativo de Castilla la Vieja y de León con el fin de generar conciencia autonómica desde la infancia a través de sucesivas manipulaciones y tergiversaciones de la Historia.
- Controlar (en todos los sentidos) la celebración anual de la conmemoración de la batalla de Villalar de los Comuneros cada 23 de Abril; celebración que un día fue de Castilla y los castellanos/as y desde mediados de los años 90 se halla totalmente bajo el control y la monitorización de la Junta de Castilla y León, y desde 2003, de la Fundación Villalar.
En este sentido es relativamente sencillo responder, desde un ámbito educativo, a la pregunta ¿Por qué Castilla? Porque es la única vía para que triunfe la Cultura en su más amplia expresión y nuestros hijos puedan recibir una formación en su niñez y adolescencia que les lleve en un futuro a sentirse partícipes de esta comunidad de 10 millones de habitantes con una geografía impresionante, una historia magnífica, una lengua hablada en la mitad del globo y una personalidad regional específica dentro de los pueblos de España.
Es por tanto imprescindible la consecución de la unidad política de las tierras castellanas para plasmar también esa unidad en el ámbito educativo y que los textos curriculares sean los mismos en Santander, Valladolid, Madrid o Ciudad Real, porque a través de esa unidad educativa se tomará conciencia de la unidad cultural existente entre todos los confines de nuestra tierra. Es esa unidad cultural (que existe y está presente hoy en día) el elemento clave que los castellanos no solo no explotamos sino que pasamos por alto, lo que nos impide convertir a Castilla en un motor cultural y humano de la dimensión que merecemos.
“Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse un maestro.”
Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.